Adquiere conocimiento
Mantente actualizado
Suscríbete a mi boletín de noticias
Manténgase actualizado sobre proyectos emocionantes y próximos eventos de Ivan De Leon Sax
Corría el año 2007, y yo era un novato total en el mundo del saxofón. Apenas llevaba tres meses tocando, con los dedos aún torpes y el corazón palpitante de emoción. La música me había atrapado de una manera que nunca imaginé, pero, por supuesto, no tenía ni idea de la montaña rusa que se avecinaba.
Todo comenzó con una invitación a un evento al aire libre. Era un festival, y un organizador, que apenas conocía, me invitó a unirme a la banda para tocar en vivo. “¿Por qué no?”, pensé. Después de todo, ¿qué podría salir mal? No tenía experiencia en actuaciones en vivo, ni siquiera sabía bien cómo funcionaba el mundo de las bandas y los conciertos. Pero, por alguna razón, pensé que estaba listo.
El nerviosismo se apoderó de mí cuando vi a todos los músicos afinar sus instrumentos y prepararse. “¿Y ahora qué?”, me pregunté mientras ajustaba mi saxofón. Tenía mi cuaderno a mano, lleno de mis notas y escalas, pues mi memoria aún no era capaz de recordarlas de forma automática. Había aprendido a tocarlas, pero en mi mente, las escalas se sentían como un rompecabezas por resolver.
De repente, la banda empezó a tocar una canción, y me quedé paralizado. No conocía la pieza, no sabía en qué tonalidad estábamos, ¡y mucho menos las notas exactas que debía tocar! En un parpadeo, me vi pidiendo al pianista el tono de la canción. Él, con una sonrisa, me lo dio… pero algo no cuadraba. La tonalidad del piano y la del saxofón alto no coinciden. Para nosotros, los saxofonistas, el piano no es exactamente nuestro aliado; necesitamos hacer la famosa “transportación”.
Entonces, en ese momento, mientras los demás seguían tocando con una fluidez envidiable, me sumergí en mi cuaderno, buscando rápidamente la correspondencia entre el tono que me dio el pianista y la tonalidad que necesitaba tocar. Me sentí como si estuviera buscando la solución a un acertijo. Después de unos segundos que me parecieron eternos, finalmente encontré la escala correcta. ¡Pero aún no había terminado! Ahora tenía que buscar en mis notas las posiciones correctas para cada nota dentro de esa escala.
Por supuesto, el tiempo pasaba volando mientras yo estaba sumido en mis apuntes. Y cuando finalmente miré hacia arriba… ¡la canción había terminado! El sonido del último acorde resonó en el aire, y yo no había tocado ni una sola nota. ¿Qué había aprendido en ese breve pero eterno momento?
La respuesta fue clara: debía aprender a transportar y memorizar las escalas urgentemente. No solo eso, sino que entendí que la teoría y la práctica no siempre van de la mano al principio, y que a veces la mejor manera de aprender es enfrentarse al caos y aprender en el proceso.
Esa experiencia, aunque algo humillante en su momento, fue una de las lecciones más valiosas de mi carrera musical. Desde entonces, me dediqué con más ahínco a estudiar las escalas y la transportación, y no pasó mucho tiempo antes de que ya no necesitara mi cuaderno para tocar con fluidez.
Así que, para todos aquellos que están comenzando, les dejo este consejo: la práctica constante, la paciencia, y la valentía de enfrentar esos momentos incómodos, son los ingredientes que te llevarán al siguiente nivel. Porque a veces, solo necesitas un pequeño “fracaso” para aprender una lección que te acompañará para siempre.
Buenas noches, si me pasó muchas veces, al punto de tener que improvisar en vivo y en directo, porque no se me grababan las notas. Saludos,,
Buenas noches, si me pasó muchas veces, al punto de tener que improvisar en vivo y en directo, porque no se me grababan las notas. Saludos,,
Manténgase actualizado sobre proyectos emocionantes y próximos eventos de Ivan De Leon Sax
© 2025 Iván De León Sax. Todos los derechos reservados
Deja una respuesta